John Cage, a lo largo de su proceso creativo, apuntaba tanto al intelecto como a la afectividad, en un intento por detonar una sensibilidad fracturada, incapacitada para resistir el poder militarizado de todo aquello que nos hacen creer inevitable (el cambio que produce esta detonación no es grosero, ni disruptivo, ni brusco, ni impositivo, ni intelectual porque está al alcance de cualquier ojo que necesite mirar y de cualquier oído que necesite escuchar: porque es alegre)

"Lecture on Nothing" ( conferencia  de John Cage).

“No tengo nada que decir”.

Con cinco palabras se consigue decir una contradicción útil sin dejar de cumplir lo que se promete: no se dice nada, sólo se dice aquello que se necesita, diciendo que no se dice nada.

“No tengo nada que decir     lo estoy diciendo     esto es poesía (indeterminada) como la que necesito”.

..."escribo para que en el pasado me lean, para que, quienes ya fueron, vean que han sido comprendidos. Se trata del público más exigente, no hay cómo engañarlo.

...El trabajo del historiador consiste en alienar y alejar el pasado, cuando por el contrario quien practica un oficio quiere al pasado al alcance de la mano, como tradición, como lo que ha ido pasando de uno a otro. Para el oficio todo el pasado está aquí, presente y activo. Además, he aprendido de Walter Benjamin y de Alain Delon -su reciente entrevista con Valérie Trierweiler en Paris Match es insustituible- que quien no sienta al presente como peligro, no tiene nada útil que decirnos. Un presente reducido a actualidad estará al servicio de quienes hoy dominan. El nombre oculto de ese presente es “mercado”. Nos conviene adoptar, por el contrario, el concepto de presente propio de Agustín de Hipona o de Eliot, un presente denso, de tres dimensiones: el presente de las cosas pasadas, el presente de las cosas en acto y el presente de las cosas que llegan."

Entrevista a Josep Quetglas "La cultura y la vida no tienen que formar parte del mercado"

 Río Zardón a su paso por Llano de Margolles ( Cangas de Onís)