Se trataba de un encargo complicado, que consistía en realizar una ampliación del Colegio existente sobre una parcela debiendo salvar un desnivel de 12 metros entre las calles Joaquín Costa y Guadalquivir.

El programa de necesidades constaba de gimnasio, pista de jockey sobre patines, graderío, vestuarios, duchas, cabinas para los monitores, tres aulas polifuncionales, auditorio, sala de conferencias y patio de recreo.

Alejandro De la Sota lo soluciona de manera magistral, a partir de una magnífica idea que resuelve forma y función.

“Alejandro de la Sota inventó una sección para el nuevo edificio en la que un sencillo esquema estructural resolvía todos los condicionantes del proyecto: un pilar en fachada y otro cerca del terreno en los que apoyaría una viga triangulada de gran canto con el cordón superior recto y el inferior curvo, que parece colgado del primero.

Este conjunto se repite cada seis metros. Bajo las vigas se ubica el gimnasio, que aprovecha la mayor altura de los extremos para situar la entrada de la luz desde el sur, y la grada de espectadores en el lado norte.” (Enrique Domíngez Uceta -El Mundo, 1998)