El mago Jean Eugène Robert-Houdin en un período de su vida se enfrascó en la construcción de un teatro en el Palais Royal, situado en la antigua residencia del Cardenal Richelieu, donde poder realizar sus espectáculos de magia.

Era una vivienda en la que se había construido un pequeño teatrillo; apenas cabían ciento cincuenta personas, con un escenario minúsculo de color blanco con ribetes dorados; las funciones que allí se programaron, se llamaron "Veladas Fantásticas".

Robert-Houdin diseñó un espectáculo de magia elegante, ingenioso, que dejaba de lado la superstición y los disfraces.

Introdujo notables modificaciones en la escena mágica: había una gran mesa en el centro; dos veladores a los lados; dos consolas adosadas a las paredes laterales de la escenografía, semejando un saloncito; el escenario se disponía diáfano; el diseño de los aparatos resultaba mucho más aerodinámico; perfeccionó el arte del ritmo, variando la velocidad, proporciones y complejidad de cada experiencia; confirió espectacularidad y vigor a la función, con unos resultados inimaginables hasta ese momento; en cuanto a la iluminación, Robert-Houdin dispuso de mecheros de gas que aclaraban la luz de forma competente pero no herían la vista del público...

Por primera vez, un espectáculo de ilusionismo se diseña conectando arte, ciencia y magia; atendiendo aspectos sensoriales, espaciales y escenográficos; potenciando y mejorando la experiencia subconsciente del espectador, logrando que el público participara activamente en el evento...