"Cambiaría toda mi obra...por un poco de belleza" María Blanchard
52 Rue du Départ. Érase una vez en París from Susana Ojea on Vimeo.
De ella dijo Federico García Lorca en su Elegía a María Blanchard:
“(...) La lucha de María Blanchard fue dura, áspera, pinchosa como rama de encina y sin embargo no fue nunca una resentida, sino todo lo contrario, dulce, piadosa y virgen. Aguantaba la lluvia de risa que causaba, sin querer, su cuerpo de bufón de opera y la risa que causaban sus primeras exposiciones
(...) Aguantaba a sus amigos con capacidad de enfermera al ruso que hablaba de coches de oro, o contaba esmeraldas sobre la nieve, o al gigantón Diego Rivera que creía que las personas y las cosas eran arañas que venían a comerlo, y arrojaba sus botas contra las bombillas y quebraba todos los días el espejo del lavabo. Aguantaba a los demás y permanecía sola, sin comunicación humana, tan sola, que tuvo que buscar su patria invisible, donde corrieran sus heridas mezcladas con todo el mundo estilizado del dolor.
(...) Su pintura llevaba el mismo camino magistral, desde el cuadro famoso de La primera comunión hasta sus últimos niños y maternidades, pero atormentada por una moral superior daba sus cuadros por la mitad del precio que le ofrecían, y luego ella misma componía sus zapatos con una bella humildad. Querida María Blanchard: dos puntos…, dos puntos, un mundo, la almohada oscurísima donde descansa tu cabeza. La lucha del ángel y el demonio estaba expresada de manera matemática en tu cuerpo.
(...) Porque eras jorobada, ¿y qué? los hombres entienden poco las cosas y yo te digo, María Blanchard, como amigo de tu sombra, que tu tenías la mata de pelo más hermosa que ha habido en España.”