El BIQ es un edificio de cinco plantas de apartamentos, cuyas fachadas con orientación Sur, están revestidas con paneles de aspecto verdoso (planchas de cristal que alojan en su interior agua con algas procedentes del río Elba).
Las algas viven en esta especie de "peceras" a las que se inyecta, a través de un sistema de control y distribución, una mezcla de nutrientes y dióxido de Carbono que activa el funcionamiento de las plantas acuáticas; de este modo las algas son capaces de llevar a cabo el proceso de la fotosíntesis que las mantiene vivas.
Por otro lado, al ser los paneles orientables, se facilita la captación de la luz, lo que las hace comportarse de la misma forma que una placa solar común, sólo que biológica.
Durante el verano, las algas crecen, aumentando de tamaño y de densidad en el interior de las placas, haciendo que los paneles se comporten como un aislamiento térmico de fachada, provocando que las paredes del edificio se calienten menos y se necesite menos cantidad de energía en sistemas de aire acondicionado. Cuando la proporción de algas en los paneles es demasiado grande, el sistema de bombeo que lleva instalada la fachada es capaz de retirar parte de las mismas para transferirlas a otro depósito en el que se procesarán y se transformarán en biomasa que posteriormente será usada como bio-gas para electricidad exterior del edifico
Por otro lado, la energía solar que captan los paneles (que no es utilizada para el ciclo de vida de las algas), se aprovecha a través de intercambiadores de calor y es destinada al abastecimiento de agua caliente y a la calefacción durante el invierno.
Del total de energía que consume el BIQ, casi el 50% es obtenido a través de este sistema.
Según avanza el crecimiento de las algas, los paneles que las albergan se oscurecen procurando sombra al interior de las viviendas y manteniéndolas frescas en las horas más sofocantes, como un efecto persiana...