Un antiguo mito griego relata que la esfinge de Tebas estaba siempre atenta a los viajeros que pasaban por aquella ciudad, abordando al transeúnte con el siguiente enigma:
"¿Cuál es el animal que de mañana tiene cuatro patas, al atardecer tiene dos y al anochecer tiene tres patas?"
Si el enigma no era respondido correctamente por el viajero, éste era devorado por la esfinge.
La respuesta puntual era el "hombre".
Este abordaje figurativo y mitológico, representa los cuestionamientos existenciales que nos angustian y los conflictos (individuales y colectivos) sin resolver.
Buscar y plantear soluciones a los conflictos nos alivia y proporciona consuelo psíquico a las preguntas que nos aturden; llevar a cabo estos planteamientos, nos libera y puede llegar a disolver los conflictos o al menos, nos permite transitar nuevas vías de habitar y encarar dificultades.
El cuerpo presenta su propio discurso del conflicto a través de los síntomas: hablan sobre nosotros y a través de nosotros.
La comprensión de nuestras emociones y contradicciones es la clave principal para el auto-conocimiento, pues los síntomas y estados emocionales están intrincados en un mosaico que dibuja nuestra personalidad y desvela nuestra interacción con los demás y el entorno.
Hay un lenguaje corporal y verbal conflictivo que podemos observar, evaluar, comprender y resignificar para poder actuar; no se trata de retirar los síntomas, hay que escucharlos para llegar a las causas.
La mayoría de las personas no presentamos una cultura preventiva que evitaría muchos estados de sufrimiento y conflicto, así que los síntomas son el mapa que tenemos para orientarnos en este viaje.
Nuestra resistencia ha de pasar por autoconocerse y que esta labor sea lo más gratificante posible y no una tortura porque el autoconocimiento es un camino lento y difícil, pues no siempre estamos dispuestos o preparados para encarar nuestras sombras, derribar autoconceptos, cambiar hábitos y revisar conductas.
El conocimiento, la acción meditada y el compromiso son la materia prima que alimenta nuevos hábitos y trasluce formas de habitar desconocidas que permanecían ocultas a nuestros ojos en un espacio y tiempo fracturados.
Edipo y la esfinge (Edipo explica el misterio de la esfinge),1827, Jean Auguste Ingres
Edipo y la esfinge (después de Ingres),1983, Francis Bacon